30.3.07

Desesperada

La gran Manzana, la gran tentación. La de quedarse allí y no volver jamás. La de ser feliz en un eterno verano sobre el asfalto de Times Square y los árboles de Central Park. La de permanecer por siempre tumbada en el césped de Bryant Park mientras la New York Pops Orchestra mece mi sueño con los compases de "Over the rainbow". La de estar delante del MOMA, sentada en un banco tomando un zumo de mango, frambuesa, naranja y mil frutas más, al lado de los fumadores exiliados de los edificios de oficinas y de los que se toman la ensalada de pasta comprada en el Deli. Una tentación que me asalta cada vez que la obligación y la desesperación me aprietan. Sí, hoy, ahora, soy una mujer desesperada... ¡Por salir de aquí!

28.3.07

Si yo fuera presidente…

… sería la primera mujer presidente de España, y caminaría por todos lados con la cabeza muy alta, orgullosa de haber llegado a presidente y esperando la menor oportunidad para decirle a mi madre: “¿Ves como si he llegado a ser algo en la vida?” Parecería una mujer segura de mí misma, y hablaría todo seguido, sin titubeos. Diría las cosas para que la gente pudiera entenderlas: “Este año no subimos las pensiones porque hay mucho chorizo que no paga los impuestos”, estilo muy directo, cercano al ciudadano. Haría que la gente confiara en mí. Trataría de decir la verdad, aunque en el fondo supiera que hay que tragar sapos. Daría la mano muy fuerte, como el imaginario Clinton en “Primary colors”, y besaría de verdad, haciendo “chuikk”, sin poner sólo las mejillas. Iría al congreso en vaqueros, pero también me pondría preciosos vestidos de gala escotados, para ser una presidente sexy.

Si yo fuera presidente sería implacable con la oposición, pero también con los de mi partido. Obligaría a todos a asistir a los plenos, bajo pena de serles descontados sus sueldos por cada día de ausencia. No me dejaría comer por los que abuchean, levantaría la voz , les llamaría maleducados y a continuación les soltaría un sonoro “váyanse a tomar por culo”. Lloraría en los funerales y no sería capaz de decir esas palabras neutras de pena que usan los presidentes.

Si yo fuera presidente iría a las sesiones de la ONU y les diría que me da vergüenza estar al lado de los que van a la ONU y luego venden armas o crean minas antipersona para vender a países pobres. De los que hablan de lucha contra el terrorismo y son morosos a la ONU, aunque tengan dinero para las guerras. Iría a las cumbres internacionales para inmigración a chillar que no se puede detener al que quiere vivir mejor y a las de medio ambiente a decir que no se le puede pedir a la gente que separa la basura y recicle viendo cada día las bolsas de basura que salen de los Mc Donald´s con cartón, envases y todo mezclado.

Me pondría muy seria con los empresarios, pero aún más con los trabajadores. Declararía a hacienda todo el mundo, y cambiaría las leyes para que los que defraudan al erario público, tienen dinero en “b” y especulan, fueran a la cárcel o sufrieran humillación pública. Esta medida me gusta especialmente. Pondría una especie de cadalso donde subiría el ciudadano corrupto. Allí, él mismo tendría que contar por qué está ahí, y desde abajo la gente le llamaría de todo. Controlaría cuántas medicinas se les da a los jubilados, que les gusta más un gelocatil que un caramelo, y trataría igual de mal a los funcionarios vagos que a los que critican por deporte a los funcionarios.

Dedicaría mucho presupuesto a educación, crearía la LOEASVA (Ley Orgánica de Educación “Aquí Se Viene a Aprender”), y ningún estudiante llegaría a la universidad escribiendo con faltas. Haría un ministerio de educación paternal para enseñar a los padres que hay que educar a los hijos y para convencerles de que su hijo puede ser alguien de provecho sin tener una carrera, haciendo un oficio, que los oficios son estupendas formas de ganarse la vida. Tendría una televisión española rematadamente deficitaria, aunque los programas serían mucho menos caros que los actuales, así que quedaría más o menos igual. Y si yo fuera presidente, colocaría de ministros a muchos de mis amigos, pero no por enchufe, sino porque sé que lo harían bien.

La realidad es que si yo fuera presidente dormiría aún menos de lo que ahora duermo. Me moriría cada día leyendo la prensa que me ataca, lloraría la primera vez que tuviera que claudicar en algo porque el poder es así, y seguramente provocaría tales escándalos que acabaría por dimitir en menos de un mes. Porque aunque quisiera, yo no sirvo para presidente. Por eso voto a otros, para que hagan lo que yo no quiero o no me siento capaz de hacer.

Al igual que los políticos están para hacer política, los ciudadanos están para votar, pero no sé si para entrevistar presidentes. Digo esto porque hace un rato he acabado de ver la entrevista a Zapatero confeccionada por preguntas de ciudadanos normales y corrientes, como yo. La idea a priori suena bien, pero en la práctica es terriblemente aburrida. Porque los españoles no somos buenos ciudadanos, eso no es novedad, y el bien del estado nos da por culo. Lo que queremos es comer caliente, tener una casa, un buen coche y dinerito para salir de copas. Así que las preguntas eran del estilo: “Oiga, es que yo cobro poco”. “Oiga, que a ver cómo hago para comprarme una casa”. Y la verdad, igual que nos da por culo el bien del estado, aún nos da más por culo el bien de uno que sale ahí contando su vida.

Aparte de que la mayoría ignora lo que significa hacer una pregunta, con lo que las intervenciones se estiraban tanto que ya ni sabías qué narices querían preguntar. Aún así, ha habido una reflexión interesante. La de un consultor que ha hablado de los tres estamentos allí reunidos: la sociedad, carente de valores. Los medios, condicionados por la empresa, y los políticos, en los que la gente ha dejado de confiar. El señor ha preguntado si este modelo de política estaba acabado. Sí, pero también el modelo de sociedad, y el modelo de comunicación. Vamos, que somos todos igual de capullos.

26.3.07

Drop Dead Gorgeous

Natalia Zabala Arroyo es la chica más feliz del mundo en estos momentos. Tiene motivos, porque ha ganado Miss España (o como dice Oscar, Miss Callo Malayo, aunque obviamente callo callo lo que se dice callo, no era ni siquiera Miss Zaragoza) y le espera un gran futuro por delante representando, además, a su bienamado país, que es lo que dice todo el rato Silvia Jato, que presenta estas galas con una energía que ya quisiera para sí (bueno, para sus empleados) el grueso de la CEOE y los del departamento de bajas de la Seguridad social.

También son más felices Chelo y Sandra, las protagonistas del estreno de Cambio radical (muchos besos para todos los compañeros que están currando (y de lo lindo) en ese programa), en Antena 3. Las dos se presentaron al programa con muchos complejos; infelices por sentirse feas, o gordas, o las dos cosas. Ahora Chelo se ha quitado de encima su nariz ganchuda y luce unos fantásticos dientes nuevos, y Sandra puede al fin ponerse ropa estrecha y “sonreír abiertamente”, como le decía la presentadora, Teresa Viejo. Aunque la madre de Sandra le hubiera dicho previamente que no le hacía mucha gracia que se operara porque para ella, tal y como era, estaba perfecta. En estos casos uno nunca sabe si es amor de madre o ciertos celos profesionales de diosa a la que la ciencia le arrebata en parte su creación, y encima, como le repiten continuamente, es para mejorarla.

Es curioso cómo nos van lanzando mensajes por todos lados. La publicidad, el cine y, obviamente las tiendas de ropa, presentan la imagen de una mujer delgada, de rasgos suaves, miradas lánguidas, melenas lacias y poses imposibles. A la vez, esos mismos medios se lanzan de cuando en cuando a una especie de reivindicación de la imperfección. Nada mejor para ejemplificarlo que las campañas de Dove, o el eslogan de Yo soy Bea, el remake español de Betty la fea: “Feos somos más”.

“La belleza está en el interior”, “la suerte de la fea, la guapa la desea”, y demás refranes o citas resurgen con fuerza entre los grupos de feos, que se juntan (diría nos, pero luego todo el mundo se me echará encima diciendo que no soy fea, y que me encanta hacerme la víctima y bla, bla, bla) para sentirse arropados .

Buscando el nombre de la chica ganadora en la web de Telecinco (que obviamente no venía, porque aquí no trabaja ni el tato, pero a mí bien que me toca currar la Semana Santa) doy repaso a uno de los videos que hicieron para TNT, donde dos reporteros se van a Marina D´or a hablar con los míster y las misses. Armados con el micrófono, y cierta suficiencia de esa que sabes que por dentro dice “yo soy licenciado y he hecho periodismo”, le preguntan a Miss Almería si se puede ser Miss y no ser tonta. La pobre se ríe y contesta: “Claro que sí. Además, yo no me declaro tonta”. Luego les preguntan, a misses y misters, cuál era el nombre de pila de Pinochet. Uno se aventura y dice Tony, los demás no tienen ni idea. Si lo que pretendían es mostrar la poca formación e interés de los jóvenes de 18 a 25, pues muy bien, es cierto. Ahora, si el objetivo es dejar por tontos y tontas a los candidatos, por el simple hecho de ser guapos, la verdad es que es un poco pobre.

Esa manía de unir belleza a tontuna no es necesariamente cierta, pero… ¿y qué si lo es? Sinceramente, a todos nos gustaría ser guapos. Otra cosa es que si no te toca, no te toca, y si eres mínimamente listo empiezas a currártelo para que no se note tanto. Unos se machacan en el gimnasio para ganar músculo. Otros descubren que no cantan mal del todo y se lanzan a la aventura musical porque los músicos está demostrado que ligan , por feos que sean. Algunos se dedican a la política porque, ya que no follan, al menos joden (el que es guapo y además hace política es que ya ha llegado al grado más refinado de maldad). La mayoría nos curramos eso que se llama “ser muy simpático”, y así vamos tirando.

Pero abajo, escondidito, y aunque digamos que Miss España es una cosa machista y obsoleta, y nos llenemos la boca jurando que nunca nos vamos a operar porque uno tiene que aceptarse a sí mismo tal y como es, nos jode pensar que nunca seremos la más guapa de España, y que no tenemos suficiente dinero para la lipo.

¡Ah, y que me digan si se liga más sabiendo que Pinochet se llamaba Augusto!

“You told me again you preferred handsome men
but for me you would make an exception.
And clenching your fist for the ones like us
who are oppressed by the figures of beauty,
you fixed yourself, you said, "Well never mind,
we are ugly but we have the music."

Leonard Cohen: “Chelsea hotel n.2” (en version de Rufus Wainwright. Para los que no quieran aguantar la historia de Cohen, la canción empieza en el 02.18)

22.3.07

Cañas, labores domésticas y putas

Hoy he llegado a casa y he saludado a Salsa. Hemos hecho nuestra liturgia de cada noche. Ella maúlla mientras subo por las escaleras, me espera tras la puerta, se deja acariciar tres segundos y echa a correr hacia la cocina. Allí, me espera y deja pacientemente que la coja en brazos y le diga chorradas, mientras la siento poner en marcha el motorcito y ronronear, no sé si de alegría por verme o de placer por su próxima ración de comida.

Después he puesto la calefacción (paradojas de la vida: hoy ha comenzado la primavera mientras el invierno volvía a nuestros huesos, a nuestra piel y a nuestros armarios), me he quitado la ropa y me he puesto el pijama, para así jugar otro rato con Salsa, sin peligro de que me destroce la ropa con sus uñas afiladas y sus dientes, como ya hace con mis brazos y mis manos.

Luego he considerado la posibilidad de ver Lost, o quizá Entourage, una serie que me nombró por primera vez Dani, y que Travis volvió a recordarme hace poco. Pero ya era tarde, y no quiero que vuelvan a darme las tres y media, por más que el filósofo de bar diga que acostarse a esa hora es, en realidad, una forma de orden (si lo sigues pensando búscate un buen argumento y trata de convencer a mi cuerpo por las mañanas). Así que he encendido el ordenador y, una vez conectado, he bajado el correo. Oh, Dios mío, record: ¡212 mensajes en 13 horas!

Sí, es cierto que estoy en una lista de cine y en una de televisión, pero tras separar los correos, nada menos que 169 pertenecían a la lista de mis amigos. Comenzamos el repaso:

10.17 - Churchill pregunta si tenemos los discos de !!! o Lcd soundsystem. El roedor y Sergio contestan afirmativamente, pero andan ocupados y no han tenido tiempo de escucharlos, por lo que no hay reseña.

10.30 - Churchill sube su preceptivo vídeo de Youtube del día. Es este, un tema de su álbum favorito de 2005.



No está mal, pero Carlitos, me gusta mucho más el de los patos, que me pusiste aquel día que fuimos a por hielo a la gasolinera de mi barrio para seguir bebiéndonos los bloody mary de Freud. Este…



10.40 – Mordecai Malarrama, el hombre que era profesor pero prefirió volver a ser becario para cobrar de todos los españoles y escribir una tesis sobre Alan Moore, señor que no interesa a nadie, escribe este enorme avance sobre 300, la adaptación del comic de Frank Miller:

“He leído por ahí que dicen que 300 es algo así como Ray Harryhausen meets Leni Riefenstahl. ¿Habrá que verla, no?”

Y se queda tan a gusto.

10.52 – El becario, gastando impunemente el dinero de nuestros impuestos, sigue con sus cosas. Esta vez se marca un sueño que ha tenido esta noche, en el que se encuentra con Terry Jones, su actor favorito de los Monty Phyton. Esto es parte del relato:

“Me puse a hablar enseguida con Terry para contarle lo mucho que me gustan sus libros de teoría crítica sobre literatura medieval y que me quito el sombrero ante su comparación del Saqueo de Alejandría (Primera Cruzada) y Auschwitz en su libro "Chaucer's Knight". Parecía encantado Jones, así que me invitó a unas pintas y nos pusimos a despedazar dialécticamente a los críticos medievalistas que se oponen a las teorías postmodernas que tiene sobre Chaucer Terry.

Y se queda tan a gusto, parte 2.

10.56 – No contento con darnos el coñazo por mail, propone que quedemos. Bajo el subject “Convocatoria cañas”, han caído 92 mails!!!!

11.02 – El ciudadano Suárez se queja de que el día de hoy no le viene bien.

11.02.a – Dosyoyas habla de las bondades del “cine de terror de ojos rasgados”, concretamente de dos pelis: Janghwa, Hongryeon / A tale of two sisters. El Roedor le hace un par de amables recomendaciones: “De los ojos rasgados hay mucho que ver, pero si no has empezado por OldBoy y Sympathy for Lady Vengeance ya paso de decirte nada y paso a proponer tu expulsión de esta Santa Lista.”

11.22 – Churchill, en plan Rappel, afirma que ya sabía que Suárez se quejaría.

11.25 – Churchill cuenta que ha llegado un tío buenorro a la oficina, y que se lo han colocado enfrente. Todos comentan lo poco que va a rendir hoy.

11.28 – Lorite se parte de las declaraciones de Churchill.

11.36 – Ismael se queja de que ayer estuvo malo y nadie le echó de menos, para contar a continuación lo que se moría por contar:

“Pero bueno, hubo alguien que si se acordó de mi. La 'amiga encuestadora'. Yo soy de los que, si tiene un mínimo de tiempo, contesto a cualquier encuesta, sondeo o estudio de opinión. Y encima la de ayer era de las buenas. "¿Le importaría contestar un breve cuestionario sobre la financiación de la Iglesia Católica?", me dijo la amable voz al otro lado del teléfono. Madre mía, casi me relamo del gusto”.

(INCISO PERSONAL: ¿Qué coño hago escuchando a estas horas “L´estaca” de Lluis Llach? Este ambiente de crispación va a acabar conmigo)

11.38 – Ismael declina la invitación a las cañas:

“Imposible por mi parte. Tengo teatro. "Un enemgo del pueblo" de Ibsen. Alguien tendrá que velar por la cultura en esta lista digo yo...”

En los cinco minutos posteriores, Churchill le recrimina a Ismael no haber avisado, Lorite dice que ya ha visto la obra e Ismael aconseja a Churchill repasar los correos (pues como sea un día como el de hoy va listo) porque ya lo propuso.

11.42 – El ciudadano Suárez expone los motivos por el que no el viene bien quedar hoy:

“… tengo mi casa vacía de alimentos y la ropa sin planchar. Como no tengo nadie que me lo haga y necesito comer y vestirme, resulta que tengo que hacerlo yo. Ahora bien, si tu me solucionas esos problemas de intendencia doméstica básica, yo meapunto a ir de cañas. Aunque sea a Parla.”

11.55 – Yo misma me encaro con Suárez por lo pobre de su excusa: “Cuando nos vayamos de las cañas vas al opencor y compras dos cosillas, y cuando llegues a casa planchas lo del día siguiente y ya el jueves haces lo demás, que los tíos sois más cuadriculados...”

12.00 – Opiniones varias sobre el Opencor. Su utilidad, su falta de glamour, su mala relación calidad/precio… entonces alguien nombra el Día. Sergio dice que tampoco le gusta y que además cobran las bolsas. Alguien le recuerda el tópico del catalán agarrao.

12.27 – El ciudadano Suárez expone que el jueves tiene otros compromisos y que entonces tendrá que hacer la compra el sábado, dentro de sus días de tiempo libre. Para entonces, yo ya le he llamado por teléfono y le he dicho que deje de dar el coñazo.

12.31 – Repaso a la actualidad. Otegui está atrapado en la carretera. Sergio comenta: “espero que llegue el día en que la sintonía de los telediarios sea unconcierto para pandereta y botella de anís del mono.”

13.52 – Aún no hay hora y lugar de la cita cañera. Por el contrario, Lorite pregunta si vamos a quedar tarde porque le ha surgido un “compromiso ineludible”. El ciudadano Suárez aprovecha la coyuntura para atacar a los que antes le atacaban y lanza un speech sobre lo triste que es su vida de amo de casa.

13.58 – Mordecai (el becario) propone hora y lugar de quedada: 20.00 en Tribunal.

14.28 – Ismael lanza la frase del día al ciudadano Suárez: “Contrata una pornochacha y así te alivia de las labores hogareñas y de las calenturas del bajo vientre...”

15.22 – Lorite se niega a decir cuál es su compromiso ineludible (por lo que todos pensamos que va a follar. A última hora de la tarde, descubrimos que tiene un cumpleaños de una amiga, y que al final no va). En el fondo, no era tan ineludible…

15.26 – El Doctor Aluminio trata de convencer al ciudadano Suárez de que probablemente sería una buena idea contratar a alguien que le ayude con las tareas del hogar.

15.55 – El ciudadano Suárez deja claro por qué no quiere contratar a nadie:

“Fundamentalmente, hay algo en mí que me impide "pagar porque me limpien". Va contra mi visión universal de las personas y las cosas. Hay algo intrínsecamente malo en ello. Joder, es mucho peor que irse de putas!”

INCISO: El momento en que en la lista vuelve a aparecer el tema sobre si irse de putas es moralmente bueno o malo es el momento de irse de vacaciones por unos días.

16.05 – Lorite propone elegir ya un garito donde ir. Por si acaso, da tres nombres de pubes (qué mal suena esto así escrito) cercanos.

18.11 – Mordecai no se rinde: “A ver, digo que quedamos en la plaza, donde el metro, y luego os llevo yo al bar. Al que me dé la puta gana, se entiende. Creo que será el Triskel, el de San Vicente Ferrer, para conmemorar aquel brindis en honor a Eamon de Valera que hicimos hará un par de años. "¿Por qué Eamon de Valera, Silvia?". "Porque Alan Rickman está como un puto queso, ¡a tomar por culo!".

16.43 – Ismael razona por qué no es malo contratar a alguien para que vaya a limpiar a tu casa:

“Eso de que sea moralmente inadmisible o reprobable que alguien te limpie lamierda es tan demagógico como que alguien te cocine (restaurantes), eduque a tus hijos(maestros) o incluso te entretenga (actores). ¿Por qué es moralmente aceptable un pago por servicios en un caso y no en otro?”

16.40 – Mc Guffin entra en la conversación:

“Madre mía, ya salieron las putas de nuevo. Las putas son malas y contratar una asistenta es malo. El denominador común es pagar a una mujer para k te preste un servicio, ergo hacerte la manicura debe ser otra práctica intrínsecamente mala...”

16.58 – El ciudadano Suárez contraataca:

“No, pero hay trabajos y trabajos. Limpiar la mierda de alguien que no quiere limpiársela él es lo puto peor. Afirmo. Justificarse en un "no puedo/no tengo tiempo"no deja de ser aún peor, pues supone implícitamente argumentar que el trabajo q te impide limpiar es muy superior que el miserable trabajo q realiza quien telimpia a ti, lo que continúa la cadena de la degradación. Lo dicho, mucho mejor irse de putas.”

14.54 – Como el tema ha derivado entre orden y desorden, el doctor Aluminio hace un repaso de los hombres de la lista y revela si, ESHO* son ordenados o no. De 15 hombres, 7 son ordenados, 4 desordenados, uno es macizo, otro adorable, de uno no está seguro y de otro no piensa en él en esos términos.

18.09 – Mac Guffin se acoge también a eso de que es bueno que alguien te haga algo si puedes pagarlo:

“Tener cocinera en casa sí k sería un lujazo. "Don Macguffin, hoy le he preparado una menestra de verduras con patatas fritas cortadas en daditos como las k le gustan a usted. Y de segundo, unas cocochas de bacalao en salsa verde k se va a chupar los dedos. No se olvide de comprar mejillones, calamares, rape y mero para la sopa de pescado de mañana. !Y a ver si educa mejor al perro, k me pone perdida de babas cada vez k entro en casa! Ah, le dejo también magdalenas recién hechas en la despensa para los desayunos del fin de semana".

20.07 - Littlebab, en uno de sus días más flojos, no sólo no pone el grito en el cielo al haber llegado del trabajo y encontrarse semejante número de correos, sino que escribe un correo soso pidiendo ayuda de confianza para saber si debe aceptar un presupuesto de informática.

20.44 / 23.00 – Yo llego a la cita de las cañas. Churchill me invita a la primera. Al minuto, el becario recibe una llamada. Sale del bar y se pasa como media hora fuera. Comentamos la avalancha de mails y nos reímos de algunos. Yo me quejo del becario porque ha dicho que se moría de ganas de verme y ahora me deja para hablar con uno de sus dos affaires. Llama por teléfono el doctor aluminio. Nos decimos guarradas. Entra el becario. Le pasamos al doctor aluminio. Sale del bar y desaparece otra media hora. Voy al baño y a la vuelta le obligo a colgar el teléfono. Rememoramos los diálogos de “Qué he hecho yo para merecer esto”, cuando Jaime Chávarri va a casa de Cristal (Verónica Forqué) y se desnuda y dice aquello de: “Pues ahí es donde yo quería llegar, porque tengo un pollón…”. El becario nos invita el sábado a la fiesta del “Riesling” en su casa. Yo le entiendo la fiesta del “wrestling”, y me imagino allí a Hulk Hogan. Vale, el riesling es un vino alemán. Me excuso y le digo que sus amigos son muy jóvenes. Trata de venderme uno, pero le recuerdo que mi rango es inamovible y que no tengo líos con niños que podrían ser mis hijos. “Pero si tiene 25”. ¡qué rebeldes son los becarios!

20.3.07

Abandonarse

Vivir es cansado y requiere demasiado esfuerzo. Desde levantarse, decidir qué te vas a poner, si desayunas en casa o en el bar del trabajo, hasta coger fuerzas para apagar el DVD o el ordenador y largarte a la cama antes de que den (otra vez) las tres y media de la madrugada, aún cuando quieres seguir viendo "Lost" (ya sabía yo que a estas alturas tenía que haberlo dejado pasar), o te apetezca seguir escribiendo.

Por eso a veces me gusta abandonarme. Por eso a veces (igual más que las que debiera) me quedo con la mirada perdida, sin pensar en nada. Por eso no salgo de casa un domingo por la mañana, aunque haya un sol espléndido y amigos listos para tomarse algo conmigo. Por eso fijo los ojos en la pantalla del monitor, viendo letras que me pertenecen y que en ese momento me cuesta creer que haya logrado juntar. Por eso veo películas y me siento incapaz de analizarlas (siquiera para poder hacer un pequeño comentario). Por eso me siento en la escalerita de madera frente a las estanterías, mirando todos los libros que me esperan, o me apoyo en el lavabo y me miro, y todo lo que soy capaz de hacer es apoyarme fuerte y llorar, o abro las lamas del armario del dormitorio, viendo amontonarse los jerseys con las camisetas, los calcetines con las bragas, las sábanas con las toallas, esperando un orden que pensaba que llegaba a la vida solo. Ahora ya tengo asumido que no sólo no llegará, sino que el abandono acabará por instalarse, y sólo de vez en cuando me levantaré para hacer algo.


A veces he querido notar cómo una sombra caminaba conmigo, como arrastrando de mí hacia atrás, para hacerme sentir cansada. Cada pequeño deber en mi vida ha sido un terrible esfuerzo que superar. Ir a clase, hacer los deberes, estudiar, llegar puntual a una cita, comer lo que debo, hacer lo que debo… No suelo lograrlo, para qué nos vamos a engañar. Igual porque a veces me gusta abandonarme, y eso, aunque no sea lo que deba hacer, no me cuesta esfuerzo alguno.
Hace un rato me senté aquí para escribir algo, porque me apetecía contar algunas cosas que me han pasado, pero cuando me he querido dar cuenta, me había abandonado, y ya no me he sentido capaz más que de contar esto y acompañarlo con Simon & Garfunkel y The divine comedy. Pongo la actuación de Divine comedy porque esta noche me he sentido un poco así:

Tonight we fly
Over the chimney tops
Skylights and slates -
Looking into all your lives
And wondering why

Happiness is so hard to find



Y ya me han vuelto a dar las tres y media de nuevo.

14.3.07

Improvisar

Hace años tuve un novio al que si, de repente llamabas para verle en un día que no habías quedado previamente, se contrariaba mucho y te contestaba: “Pero hoy no habíamos quedado”. Yo, comprensiva le explicaba: “No, pero podemos quedar. ¿No te apetece?”. Él contraatacaba: “Bueno sí, pero es que no habíamos quedado…” Así hasta que yo, ya un poco cansada, le espetaba: “¿Quieres quedar o no quieres quedar, coño!”

Si yo fuera de esa manera, me habría perdido muchas cosas en la vida. Entre ellas los planes “flash” de Mariano, que hoy, sin comerlo ni beberlo me han llevado, un martes, de concierto.

Mariano es el que dio nombre a este blog, y una de las personas con más talento que conozco. También es una de las personas más hiperactivas, extravagantes e imprevisibles que conozco, con lo que de bueno y malo tienen estos adjetivos.

La primera vez que tuve un plan “flash” con Mariano, yo acababa de salir del H&M, (en serio que como los suecos no me pongan un banner voy a inventarme un nombre como el que usamos los zombies para designar a los que dicen cuándo es primavera o cuándo no. Vamos, los almacenes del triángulo verde) feliz con unos mitones de encaje negro que me iban ideales para el disfraz de Kelly Osbourne con el que pensaba asistir a la fiesta de disfraces de “Soy el que más sabe de televisión del mundo” en la que, claro está, tenías que disfrazarte de personaje televisivo. Llamé a Mariano, embriagada por la emoción, y al decirle que estaba en Gran Vía resultó que él estaba cerca, y me animó a que fuera a tomarme algo con él y un amigo. Unos vinos en un local tranquilito de Chueca acabaron siendo unos gin tonics en un bar de travestis, conmigo encima del escenario presumiendo de pechos ante las travestis, que reconocieron que las mías eran mejores, y además naturales. Sí, bueno, hubo una a la que no le caí bien, pero “loser, loser” fue lo más lindo que le dijimos.

Hoy salía (tarde) de trabajar, y Bea se ofrecía a dejarme en Vallecas, muy cerquita de mi casa. Cuando bajábamos en el ascensor, me ha dicho: “Ah, se viene Mariano”. Yo encantada, porque como ya no trabajamos juntos al menos en comidas o vueltas a casa nos vemos. Ya en la calle, he besado a Mariano, que ha tardado “cero coma” en soltarme el planazo:

Mariano: Silvita, ¿Te vienes a un concierto en “la Moby”?
Yo: ¿Ahora?
Mariano: Sí, anda…
Yo: ¿Y quiénes tocan?
Mariano: “Ellos”
Yo: No sé quiénes son. ¿Qué hacen? No serán unos absurdos de esos como los Astrud…
Mariano (dubitativo): Err… bueno… ¡Anda vénte, que lo vamos a pasar bien.

He ido. ¿Ventajas? Que lo he pasado muy bien, que he llamado a mi amigo Juan (el modenno de los rizos), porque yo también monto planes “flash”, y se ha venido. Que “Ellos” es el típico grupo genial para saberte las canciones y ser groupie, y que “Seine” es el típico grupo que escucharlo no te aporta nada, porque suenan un poco a todo, pero que lo hacen bien, cantan en inglés y tienen una imagen muy NME.

¡Ah, dos cosas más! Al fin he conocido a Gómez, el novio (diseñador) famoso de Mariano, que tiene el honor de que Rufus se enamorara de uno de sus diseños (ya lo conté, el de la camiseta de River Phoenix) y al que le falta muy poco para salir más en las revistas que Ana Obregón.

Hacen buena pareja, ¿verdad?

También he aprendido nuevos términos para ser cool. Todo ha empezado cuando Mariano ha alabado mi look de hoy: Babydoll, leggings, y zapato plano de purpurina verde. Nos hemos reído de ese momento petardeo de nombres, y le he contado cuánto me gusta conocer esos términos para soltarlos luego en una conversación. Primero fue “Vintage”, luego “eso es un must”, seguidamente llegó “trendy”, más tarde “Mainstream”, después “cool hunter” y ahora sé lo que es el hitlist (los éxitos de moda de la temporada) y ser un early adopter (el que primero pilla el estilo que luego se pondrá de moda).

Ah, no todo ha sido bueno. Durante todo el concierto he temido por mi babydoll ante los peligrosos bailes de Mariano y su cigarrito. El babydoll ha sobrevivido y ahora cuelga de la cuerda cogiendo el aire fresco de la noche madrileña y liberándose del olor a tabaco. Mi brazo derecho, sin embargo, luce una bonita quemadura de cigarro. Muy trendy, eso sí.

8.3.07

Smile...

... though your heart is aching.
Smile even though its breaking
When there are clouds in the sky, you´ll get by
If you smile through your fear and sorrow
Smile and maybe tomorrow
You´ll see the sun come shining through for you.

Esto es un trocito de una canción muy bonita que escribió Chaplin para el final de "Tiempos modernos". Para los que no sepan inglés, viene a decir que si sonríes aunque las cosas te vayan mal y estés hecho polvo, probablemente verás que todo se arregla (traducción ultralibre de las tres de la madrugada).

Me gusta sonreír. Se me relaja la cara y me sale un hoyito en la mejilla derecha. Puede que eso me acentúe las patas de gallo, pero estar de mala leche me acentúa esas dos arruguitas que salen en el nacimiento de las cejas de tanto fruncir el ceño, así que mejor tener arrugas risueñas que arrugas de encabronamiento. En los últimos días varias cosas me han hecho sonreír:

1. La película Shortbus, porque sale Nueva York, y porque tiene escenas tan divertidas como tiernas.

2. Los accesos violentos de Salsa, que tras un rato de juegos feroces, y mientras me visto, se me lanza cual tigre al brazo, incapaz de saber que no puedo seguir jugando porque me tengo que ir a trabajar.

3. Unos cuantos capítulos de “Me llamo Earl”, que es una serie maravillosa en la que un delincuentillo de poca monta, perdedor y bastante tonto, descubre que seguramente la vida le va a ir mejor si es mejor persona. Una pena que en este mundo la mayoría de los tontos sean, además, unos cerdos con orejas, y no se decidan a probar la vida de Earl.

4. La nueva acepción de “normal”, que ha dado Mariano Rajoy, líder de la oposición. ¡Y yo luchando porque no me llamen friki!

5. Los comentarios recibidos acerca de la última entrada, que veo que ha excitado los lagrimales del personal, y el que me ha hecho Ripley a una entrada ya muy antigua.

6. Las últimas canciones que escucho una y otra vez: “Don´t let him waste your time” y “From Auschwitz to Ipswich”, ambas del disco en solitario de Jarvis Cocker. “Beautiful dreamer”, de Mates of state, una recomendación del roedor. “Sao Paulo”, de Guillemots. “Light & day”, de The Polyphonic Spree. “Once and never again”, de The long blondes. La chica guapa de la foto es Kate Jackson, la glamourosa cantante del grupo.



Me gusta sonreír, y me gusta más hacerlo cuando camino por la calle. Primero porque si lo hago es porque me siento feliz, y segundo porque cuando sonrío por la calle la gente me mira. Es curioso que cuando vas por la calle con mala cara a todo el mundo le parece normal. La gente empieza a mirarte si vas hablando sola (y lo sé porque a veces hablo sola), o si vas llorando sola (y lo sé porque yo a veces voy por la calle llorando). Pero lo que más le extraña a la gente es que sonrías mientras caminas, y más aún que les mires. Es probable que no les extrañe que les increpes, pero sí que les dirijas una mirada amable y una sonrisa. Curiosamente, durante mis vacaciones en Nueva York, mucha gente me sonrió, y mucha gente aceptó mi sonrisa de buen grado. En el metro, en el teatro, por la calle… igual es una forma neoyorquina de reírse del guiri, quién sabe.

Desde hace unos días me mira mucha gente por la calle. Sí, es porque voy sonriendo, pero también porque canto en falsete mientras camino dando extraños saltitos. La culpa es de la canción que más escucho una y otra vez desde hace algo más de dos semanas. Se llama Grace Kelly, la canta un advenedizo (V dixit) que se llama Mika y suena (y se ve) así:


http://www.youtube.com/watch?v=uzA0nG_PurQ

La encontré como se encuentra todo lo bueno: por casualidad. Buscando cosas de otro Mika (pero escrito Micah), también muy interesante y con la voz que menos se corresponde al físico desde que abrió la boca el Juez Garzón. Ahora Mika me deja poco tiempo para Micah, pero espero que el chico de la cara de niño triste con la voz de un Tom Waits aún sin alcoholizar sepa perdonar al chico de rizos con voz de Freddie Mercury y ademanes de Rufus Wainwright. Y a mí. Y si no, trataré de ponerle mi mejor sonrisa.

1.3.07

Javi

Hoy es el cumpleaños de Javi. ¿Quién es Javi? No sabría cómo decirlo en una palabra. Javi es alguien muy importante en mi vida. Hoy cumple treinta y cuatro años, y lo hace de manera distinta a otros años: lo hace en Cuba y recién casado. Javi fue mi primer novio, y es muy extraño que tu primer novio se case. Aunque hayas conocido a sus novias (y ahora a su esposa), y haga 15 años que ya no es tu novio.

No sé por qué desde el viernes he vuelto a pensar mucho en él, aunque nunca hayamos perdido el contacto, aunque siga morreándome cada vez que me ve, independiente de quién (novios/amigos/familiares) esté delante, aunque siga llamándome Silvistrix y tratando a mi madre como cuando éramos novios. Aunque nos sigamos queriendo.

Siempre habíamos leído eso de que el primer amor era el más importante, y siempre habíamos pensado que eso era una tontería. Algo de novela romántica, o de historia de cotilleo rosa, como cuando Andie Mac Dowell acabó casándose en segundas nupcias con el novio del instituto. Pero debe ser verdad que el primer novio deja huella. Si lo piensas bien no es tan descabellado. Todos recordamos el primer concierto (mi hermana me llevó a uno de esos de San Isidro en tiempos de la movida, cuando los hacían en el Paseo de Camoens, en el Parque del Oeste. Había tres grupos, pero sólo recuerdo que uno de ellos era Objetivo Birmania), la primera vez que fuimos a un chino (a punto de acabar tercero de BUP, en uno que todavía existe en Doctor Esquerdo. Al día siguiente estaba mareada y con el estómago hecho polvo, pero tuve que ir a hacer un examen de Hogar, esa asignatura estúpida que cogí para no tener que hacer dibujo o informática) o el primer dinero ganado (900 pesetas por enseñar inglés a un alumno que era francamente difícil, pero que siempre aprobó conmigo).

Por eso me acuerdo perfectamente de todo lo que ocurrió aquel primer curso de BUP, y de cómo llegué a enamorarme de Javi, el tío más freak de todo el I.B Felipe II. Pero bueno, yo no soy la única. Estoy segura (porque cada cierto tiempo nos reímos hablando de ello) de que Iván, Ana o Gemma también recuerdan la primera vez que vieron a Javi. Entró en clase con unos pantalones vaqueros cortados por el muslo, con los flecos rozando sus piernas llena de pelos, con una camiseta y, lo que nunca olvidaremos, con una cartera Perona marrón, de las que ya nadie llevaba al instituto porque se suponía que era para niños de E.G.B. Se sentó en primera fila, (puesto que no abandonó creo que de primero a C.O.U) y comenzó a hacer eso que tan mala fama da a un alumno entre sus compañeros: hacer preguntas a los profesores, incluso cuando ya ha sonado la sirena de final de clase. Siguió así dos o tres meses más, y no sólo preguntando, no, me refiero a seguir viniendo con los pantalones cortos, y de aquella no había cambio climático, las calefacciones eran tirando a pobres y hacía un frío de mil demonios.

Sí, fuimos crueles y nos reímos de él. Nos reíamos porque tartamudeaba un poco, porque siempre tenía algo que decir, porque a veces saturaba la paciencia de los profesores con sus preguntas. Nos reíamos de él, pero a él no le importaba. Preguntaba porque era el único (junto con Pablo) que había llegado al instituto siendo una persona independiente, libre, no constreñida por los usos y costumbres de los colegios públicos o por la disciplina de los religiosos. Venía del Siglo XXI, un colegio muy prestigioso que se creó en mi barrio, un colegio cooperativa con principios muy avanzados para la educación de mi época escolar.

Yo le tenía especial inquina. Me molestaba esa constante participación, esa forma de ser, tan desinhibida, esa manera suya de estar siempre feliz, de no cabrearse nunca… y claro, nos molestaba que aprobara, que sacara mejores notas que todos, que pareciera que lo hacía sin esfuerzo, y que encima fuera un curso adelantado.

Pero fueron pasando los meses, y yo ya tenía bastantes preocupaciones con las notas de matemáticas y ciencias naturales como para ocuparme de “El Merino”. Con las notas y sobre todo con las manifestaciones de estudiantes, en aquel año tan recordado en que hicimos sufrir lo suyo a José María Maravall y a Javier Solana. No volví a reparar en él hasta que, no sé si “La Chelo” o “La Harpo”, profesoras de inglés y música respectivamente, nos propusieron crear una obrita de teatro en inglés, que versara sobre Bach y su familia. Cada uno se ofreció voluntario para los papeles, y yo, que siempre fui teatrera y que me encantaba el inglés, me ofrecí a hacer de Anna Magdalena, la segunda esposa de Bach. Javi pidió ser Bach, momento en que yo reaccioné horrorizada. Tras el primer susto, comenzamos a escribir la obra, y a ensayarla.

Yo seguía con los problemas en matemáticas (la profesora no se cortaba un pelo y aunque yo hacía los exámenes enteros, no le temblaba la mano para colocarme un cero si todas las operaciones estaban mal), y Javi se ofreció a ayudarme. Además, era terriblemente solícito y amable, y siempre me acompañaba a casa (creo que lo hizo siempre durante los cinco años y pico que duró nuestra relación), lo que propició que un 14 de Junio de 1987 nos besáramos por primera vez un mediodía cerca de mi casa, después de que Javi me agarrara tras un tropezón mío (mi torpeza es sólo comparable con mi verborrea) con la raíz subterránea de un árbol. Desde aquel día, nos besamos incontables veces apoyados en ese árbol, yo subida a aquella raíz, aupándome para no tropezarme con la narizota de Javi.

Reconozco que el primer día casi llegué horrorizada a casa, y que me daba tanta vergüenza que los compañeros supieran que estaba con el “empollón” de la clase que cada día me prometía que lo dejaría al día siguiente. Al final hicimos la función. No recuerdo qué llevaba él, pero yo llevaba un vestido largo de raso azul marino, que no recuerdo de dónde salió, con un cuello de puntillas que mi madre hizo de ganchillo y que cosió al vestido. El curso terminó, con dos suspensos para mí, uno en Ciencias Naturales y otro en matemáticas (la cabrona de “La faraona” me puso un MD (muy deficiente) sin despeinarse aquel pelo lacado que llevaba), pero con un novio al que empezaba a tomar cariño.

Ese verano fue inolvidable. Tenía novio, los primeros amigos del instituto, y además los hermanos de Javi estaban en un grupo de música pop. Tardes interminables en el auditorio del centro cultural, con aquellos bollos gigantes de la Pastelería Gloria que tanto gustaban a Iván, por más que sabía que no le ayudarían a eliminar el acné. Noches fresquitas en el césped de cerca de casa de Pablo, al lado de la iglesia del “Buen aire”. Conciertos de pop haciendo de groupies de sus hermanos…

Sólo las vacaciones jodieron nuestra felicidad. Yo tenía que irme al pueblo con mis padres, y él con los suyos, que tenían una caravana. El mundo se caía a mi alrededor, y era incapaz de comprender por qué no podía seguir con él. Es esa sensación que tienes a los 17 en la que parece que todo está contra ti y que no puedes hacer nada por remediarlo. Recuerdo ese día como si fuera hoy. Nos levantamos muy pronto (mi padre tenía que salir siempre antes de que hubiera coches), cargamos el R-8 y salimos. Javi me prometió el día anterior que me esperaría por la mañana asomado a la terraza de su casa (que a veces miro desde mi ventana, desde donde veo también la esquina que un rayo le robó al edificio el mismo día que representamos en el instituto La cantante calva, de Eugène Ionesco). No sé cuánto tiempo esperó el pobre, pero cuando pasamos, ahí estaba, en el piso 14, saludando con la mano, que aún seguía agitando cuando, incapaz de doblar más el cuello para ver por el cristal, su imagen desapareció.

Aquel fue un verano lleno de cartas. No había Internet, ni teléfono móvil. En mi pueblo por no haber, no había ni teléfono en las casas, sólo uno común en el bar. Durante más de un mes nos mandamos cartas larguísimas, que abultaban los sobres hasta casi reventarlos. Contándonos lo que hacíamos, recordándonos canciones, y diciéndonos “te quiero”. No sé si Javi conservará mis cartas, seguro que no, porque es un despistado, pero yo sí guardo las suyas. El lunes las cogí de casa de mis padres, todas embutidas en una lata redonda. Se me hizo raro volver a verlas, pero en cuanto abrí la primera me reencontré no sólo con aquel verano, sino con los cinco siguientes, con la letra ladeada de un zurdo despistado, que escribía mujer con g, y que creía (¡qué desastre eras!) que cuando yo le escribía “Besos/azos”, le estaba poniendo “besos y lazos”.

Podría contar tantas cosas de aquellos años… el frío que me hacías pasar cuando llamaba al telefonillo e, invariablemente, decías: “Ya bajo, voy a calzarme” y pasaba más de un cuarto de hora esperándote. La turra que me dabas con Frank Zappa, con King Crimson, con Huey Lewis (¿Sabes que hace meses que he vuelto a escuchar “Doing it all for my baby”?). El día que me engañaste y me dijiste: “Anda, venga, te pongo un temita y nos vamos”, y el “temita” de los cojones era el “Thick as a brick” de Jethro Tull, que duraba 20 minutos. Aprendí muchas cosas en esos cinco años, aunque me costara aprobar las matemáticas y nunca llegara a superar el cabreo y la mala leche que me producían tus despistes.

Recuerdo cuando siempre decías que no te casarías nunca, y cuando yo te contestaba que algún día lo harías, seguro que no conmigo, pero que yo estaría para verlo, para reírme en tu cara y para decirte: “¿Lo ves?”.
Por eso cuando Edu me contó que te casabas me eché a reír, y me faltó tiempo para enviarte un sms que sólo decía: “Jajajajajajajajajajajajajaja”. Te falto tiempo para llamar y decir: “¡Qué cabrona!” Para reírnos juntos y para comprobar que, como siempre, yo tenía razón.

Hace muchos años de aquellos veranos juntos, de aquel viaje a Londres en el que volviste contando esas historias que sólo te pasaban a ti, en el que me trajiste aquel libro maravilloso con todas las canciones de los Beatles. Han pasado muchos años de las carreras por los pasillos entre clase y clase, para besarnos y volver cada uno al aula, de las acampadas que yo tanto odiaba y que en el fondo acabaron por separarnos, han pasado muchos años de aquellos “Te quiero” tan divertidos que dibujabas, en los que cada letra podía ser cualquier cosa.

Han pasado y pasarán muchos más, pero hasta el día que me muera o pierda la memoria, seguiré viendo tu silueta en la ventana, mientras el R-8 cargado iba camino del pueblo. Que seas muy feliz, Javi. En tu cumpleaños, en tu luna de miel y en tu vida. Te quiero.