31.3.09

Britain, Britain, Britain

Todo el mundo tiene sus manías y sus costumbres. Hay quien tiene que ir por la calle pisando dentro de los cuadrados del pavimento, como mi amigo Diego, mientras otros tienen que santiguarse cada mañana al salir de casa, como mi amigo Diego. ¡Vaya, esto me ha hecho darme cuenta de que Diego merece un post! Pero a lo que vamos. Igual que unos tienen unas costumbres, yo tengo las mías, y una de ellas parece ser que cuando me quedo en paro me voy a Inglaterra. Es una costumbre totalmente involuntaria, porque yo cuando me quedo en paro no soy muy de ir a gastarme el dinero, pero bueno, costumbre al fin.

Así que aquí estoy, en Inglaterra. Por suerte una tiene buenos amigos que le dan morada y le acogen, así que he hecho un bonito combinado tipo La Habana / Varadero, que es Newbury / Londres. Me gusta mucho Inglaterra. Posiblemente porque a todos nos gusta siempre lo que es diferente, porque parece que lo nuestro siempre es peor, y probablemente porque Inglaterra es muy bonito, la verdad.

Pero no me gusta sólo por sus paisajes y sus ciudades, todas colocaditas, todas de pocas alturas, con esas casas y esos pubs que parecen todos monumento artístico, me fascinan los ingleses. Primero por ese físico tan peculiar que hace a unos terriblemente atractivos (yo es que soy un poco del tipo sajón, que le vamos a hacer, me gustan los rubitos de cara pálida y algunos pelirrojos) y a otros terriblemente feos,

Mientras en España se hunde la caja de Castilla la Mancha, en Inglaterra están con un tema muy suculento. Una ministra se ha metido (o se la ha metido (no pun intended)) en un buen lío gracias a los vicios de su señor esposo, que ha pagado con dinero público unas descarguillas de porno.



Esta es la señora, Jacqui Smith, nada menos que Ministra del interior, aunaque la pobre no sepa lo que pasa en casa. Que dé gracias por no ser ministra en España, porque habría que escuchar los chascarrillos de Fedeguico. Vegüenza debería darle a este individuo (al marido, no a Fedeguico) malgastar el dinero público en pornografía, no porque vea porno, sino porque hay porno gratis en internet, y el país no está para muchas alegrías o gastos. La verdad es que en el fondo la noticia del marido guarrete de la ministra es casi una alegría en un país cuyas portadas esta semana están acaparadas por dos muertas: Jade Goody, y Natasha Richardson.

Es curioso el mundo prensa en este país. Van desde los periódicos ultra serios como el times o el Guardian a los tabloides que, obligatoriamente tienen que llevar noticias inventadas, lo cual también tiene su mérito, incluso más que contar lo que pasa de verdad, porque está demostrado que la mayor parte de los periodistas no lo consiguen. El tema de Jade Goody es especialmente sensible a este fenómeno de la invención, y me temo que no voy a tardar nada en ver una taza de Jade, con su cabeza calva, al lado de una de Lady Di con su tiara. Ayer contaban que había un complot para publicar fotos de Jade en su ataúd, gran noticia de portada. De todos modos no han inventado nada, que ese tema dio para un par de días cuando murieron Carmina Ordóñez y Rocío Dúrcal, respectivamente.

También están inquietos por qué va a ser de sus hijos. Que los nenes tienen un padre y seguramente una herencia potente que se trabajó su difunta mamá precisamente para eso, para dejarlos colocados. Y ya arregladas estas preocupaciones, ahora parece que andan con los preparativos del funeral, al que, según The sun, va a ir Michael Jackson, que lo ha dicho él.

Siguiendo con la prensa, lo primero que hice al llegar a este país fue irme al newsagent (el quiosco) del aeropuerto, a ver cómo iba la popularidad de Posh, aka Victoria Beckham. Cuando estuve por aquí hace año y medio, Victoria era la reina de las portadas, desde las revistas del corazón a las de moda, pasando por los magazines “para mujeres”, que son esas revistas tipo “Ama”, o “Mía”, pero mucho más específicas en sus contenidos. Podía aparecer perfectamente en un 30% de las revistas, que, la verdad, es ser muy muy famosa.

Pues bien, año y pico después, y salvo por un pequeño duelo entre la spice y la ex gran hermana (duelo que acabará muy pronto y por supuesto a favor de la primera), mi skinny bitch favorita sigue siendo HGM (her greatest majesty), muy por encima de su marido, que se tuvo que currar unos buenos pases a Rooney el pasado sábado para ganarse un par de cuadradillos en las primeras planas.

Bueno, volvamos a mis días en Inglaterra. Hoy ha sido día de parques. Básicamente porque hoy hacía sol, y cuando uno ve sol en Inglaterra se convierte en un depredador y se lanza a los parques como un león a una gacela. ¿Por qué? Pues porque si el león piensa “uno nunca sabe cuándo va a volver a cazar y a comer”, cualquier turista piensa: “uno nunca sabe cuándo va a volver a ver el sol en Londres.

La verdad, he disfrutado como nunca. Yo, adicta al i-pod, he dejado mis orejas libres para escuchar graznidos varios, ladridos, gritos de niños, y hasta de unos hombretones hechos y derechos con traje y corbata jugando al frisbee.



A cualquiera le puede parecer una chorrada, pero cuando llevas meses sin darte un ratito, darse un paseo por un parque y ver a la gente vivir se convierte en algo verdaderamente placentero. Así que así ha pasado el día, entre Hyde park, Kensington gardens, un pequeño jardín en medio de dos calles llamado Sussex gardens, y regent's park. Ha habido varias cosas que me han llamado la atención: Lo beligerantes que son los patos, capaces de pelearse muy duramente y con bastante mala baba, momento realmente cachondo que he acabado por recoger en vídeo, a mí que ni siquiera me gustan los documentales de animales.



Siguiendo con el momento Gerard Durrell, diré que también las ardillas me han dejado bastante alucinada. Primero porque son animalitos muy de chica, de esos que ves y haces:”Ohhhhh”, y segundo porque son rápidos y astutos, y esconden la comida en vez de jamársela toda de una vez (o al menos eso me ha parecido).



Pero tengo que reconocer que el momento lacrimógeno del día ha venido en forma de pequeñas plaquitas que los ingleses colocan en los bancos. Siempre he oido de los británicos que son gente fría, pero yo empiezo a no creérmelo. Escriben maravillosas canciones de amor, y algún que otro tremendo novelón romántico, y hoy he visto a un chico despedirse de su novia con un beso y quedársela mirando hasta que ella ha desaparecido con una mirada bobalicona que me ha hecho desearle una muerte lenta y dolorosa a la zorra rubia para arrebatarle semejante tío (bueno, si es para quitárselo, mejor una muerte rápida).

Hoy además me ha quedado demostrado que les encanta contar a todo el mundo lo que sienten, aunque sea escribiéndolo en los bancos. En esas pequeñas placas de las que hablaba antes. No es la primera vez que lo veo, porque hace ya casi tres años que esas plaquitas me fascinaron en Nueva York. He ido paseando y leyendo cada plaquita (al menos cuando no había gente en los bancos): “En memoria de mi hermana Lily”, “A mi amada Mary por su 60 cumpleaños. David”. En una preciosa rosaleda he encontrado una preciosa: “Anne Wicks, que amó a sus rosas como nosotros la amamos a ella”. Pero ésta me ha gustado especialmente:



En ese momento me he acordado del Paseante, y le he llamado. Me ha contestado con la voz ronca, como muy constipado, y le he dicho:

“Ya sé lo que haré cuando te mueras”
“¿Qué harás, maldita?”
“Pues además veo que te queda poco. Iré al Turó Parc y te pondré una plaquita que diga: A la memoria del Joan, que venía aquí todas las tardes”.

Quizá haya pensado que soy una coñera, pero no creo que haya mejor forma de recordar a alguien y hacer que los demás le recuerden, o piensen en lo estupenda que debió ser Anne Wicks, o Lilly, a la que su hermano recuerda. O Gordon y Malka, músicos, a los que sus hijos consideran inspiradores. Me pregunto si cuando me muera habrá un parque bonito donde alguien quiera poner una plaquita que hable de mí. Algo como: “En memoria de Silvia y sus bonitas tetas”.