30.6.09

Publicidad y pudor

Hoy he decidido coger el metro hasta Sol para ver la nueva estación que Fomento y la Comunidad han tenido en obras durante tres años, más largos que una condena. Todavía quedan cosas por acabar, y hay partes del aspecto exterior que se me hacen un poco marcianas, pero espero que pronto se pueda caminar normalmente por toda la Puerta del Sol.

Venía leyendo uno de los libros de Luis Bassat, que va a ser el C.E.O (Chief Executive Officer) en el programa en el que trabajo. Se llama “El aprendiz” (“The apprentice”, en inglés), y la verdad, es un proyecto interesante y divertido a partes iguales, aunque empiezo a notar una tensión bastante importante y mucho, mucho vértigo. Es un formato que se estrenó primero en EEUU, con Donald Trump de jefazo, pero que donde ha alcanzado su gloria ha sido en Inglaterra. Cada capítulo es para quitarse el sombrero, y el CEO, Sir Alan Sugar, se muestra con los concursantes (y aspirantes a un puestazo en su empresa) como un estricto juez cada semana. He decidido poner un vídeo de sus momentos más graciosos, que los otros son tremendos (y más largos)



Bueno, el caso es que venía empapándome de los consejos del señor Bassat (por cierto, es muy reconfortante poder leer un libro sobre cómo hacer publicidad sin mayor necesidad que la de saber leer y tener un poco de sentido común, así que creo que debo hacerle buena publicidad al libro) acerca de cómo debe venderse un producto, cuando he levantado la cabeza al llegar a la estación de Iglesia. He visto cómo un señor muy viejo se acercaba muy lentamente para entrar al vagón. He mirado alrededor y he visto que no había sitios. He cerrado el libro y me he preparado para cedérselo, mientras le veía entrar con mucha dificultad, mirando al suelo para comprobar que daba un paso seguro.

Me he dirigido hacia él, y al rozarle en un brazo mientras le decía, “Siéntese, por favor”, ha levantado la cabeza. Ese señor mayor, frágil, y que con tanta dificultad ha entrado en el metro ha hecho, según la IMDB, más de 100 películas. Ha trabajado con Berlanga, con José María Forqué, con Mario Camus, con Fernando Trueba, con José Luis Cuerda…Ese señor era Saza.



El hombre que siempre aparecía en sus películas muy estirado, es hoy un anciano de casi 83 años que me ha parecido débil y cansado, pero no lo suficiente como para aceptar el sitio que le dejaba, aunque le haya insistido. Ha aguantado cuatro paradas firme, hasta que alguien ha dejado un asiento y entonces sí, se ha sentado.

Creo que nadie en el vagón le ha reconocido, aunque prefiero pensar que quizá los demás hayan hecho como yo, que he pasado varios minutos pensando qué podría decirle para agradecerle y alabarle algunos de los momentos estupendos que nos ha dado con su aire de señor recto, de derechas, y del estilo español del hombre siempre cabreado. Y, todavía hoy, orgulloso. Al final, he pasado de largo, creo que para no molestarle. Está claro que necesito leer más a Bassat, para conseguir expresar bien lo que quiero decir.

10.6.09

A quien pueda interesar

Una vez más, Movistar se convierte en protagonista de uno de mis posts. Vaya por delante que siento no poder ofrecer lectura o situación más amena, pero el cuerpo me pide echar las bilis, y eso es lo que estoy haciendo. Esta es la copia del texto que pretendo enviar a todo el organigrama de Telefónica, a los periódicos (aunque por desgracia dudo que quieran publicarlo) y a todo el que se me pase por la cabeza.

Es la única forma no violenta que se me ocurre para desahogarme de los 40 minutos (y más en otras ocasiones) que he tenido que sufrir para que no me solucionaran nada, para que me dijeran que me van a cobrar por algo que no pedí y para cargar con algo cuya responsabilidad no me pertenece. Por el tiempo que me han robado de cenar, de ver "House", de meterme en la cama para sudar este catarrazo, de jugar con mi gata.

Ahí va mi escupitajo verbal, mi bofetada escrita, mi mala hostia concentrada en una carta.

A la atención de D. César Alierta, presidente ejecutivo de Telefónica.

Sr. Alierta, me dirijo a usted como principal persona responsable de esta empresa para contarle lo que, a buen seguro, usted no sabe y es que en su empresa, concretamente en Movistar, se ríen del cliente, que en su empresa engañan al cliente, que en Movistar (una de las empresas que forman su grupo) no se le da a los clientes la información correcta y que su empresa juega con el tiempo y la vida de sus clientes.

Se lo cuento porque estoy segura de que usted, como máximo responsable que es de esta empresa, no permitiría ni por un momento que su compañía diera este reprobable, pésimo, nefasto y humillante servicio para con los que mantienen esta corporación con los pagos por sus (no siempre buenos) servicios.

Apuesto mi vida a que usted desconoce que Movistar ofrece al cliente servicios que éste no le pide, y que aunque los ofrece gratis, luego los factura. Estoy segura de que ignora que para poder hacer una gestión, a veces hay que pasar hasta ¡1 HORA! Al teléfono, y no siempre llamando a teléfonos gratuitos. Tengo el convencimiento absoluto de que nadie le ha contado que en su empresa, cuando se pide una hoja de reclamaciones, se entregan fotocopias sucias de una factura, y muchas otras cosas más que hacen que, lo que en un Principio parece sencillo, poder comunicarse, se convierta en algo complicado, desagradable y lleno de problemas.

Creo que contándoselo, le hago un favor a usted, a lo que pueda quedar del buen nombre de su empresa, y, espero, a los millones de clientes que no tienen el tiempo ni la suficiente ira acumulada como para enviarle esta carta en un tono le aseguro que mucho más amable de lo que el comportamiento y la pasividad que sus empleados han mostrado conmigo merecen.

Quedo a su disposición para cualquier otra información que usted pueda precisar.