10.4.06

Vacaciones

“You can turn this world around
And bring back all of those happy days
Put your troubles downIt's time to celebrate
Let love shineAnd we will find
A way to come together
And make things better
We need a holiday”

Madonna – Holiday

Las vacaciones se han convertido en los días más deseados del año. Más que el día de Reyes, más que la fiesta de Navidad, más que el propio día de tu cumpleaños. El verdadero regalo de la vida es el tiempo libre. Soy una defensora a ultranza del dolce far niente, de vegetar en el sillón, de mirar por la ventana sin pensar en nada. De subirte en el autobús dos horas sólo para ver las calles o para leer tranquilamente un libro. Así que siempre espero con impaciencia ese puente, ese día libre que te deben, ese santo mes de vacaciones, un verdadero premio, algo que debería estar reflejado en la Declaración Universal de derechos humanos.

Por eso cuando me enteré de que iba a tener la Semana Santa entera no podía creérmelo. Después de casi dos años sin vacaciones, tener más de tres días seguidos me parece algo así como morirme e ir al cielo. O bueno, sin ser tan luctuosa, como que me toque la primitiva y lo mande todo a tomar por culo.

He barajado mil posibilidades. Liarme la manta a la cabeza y largarme a NY sola, pagando a plazos el viajecito, claro está. Caminar en solitario por Manhattan, enamorarme de la ciudad y quedarme a vivir allí, donde seguro que acabaría por conseguir el sueño americano y de paso un apartamento de esos que salen en las películas. Irme a Londres sola, que hiciera buen tiempo y descubrir que es allí donde de verdad quiero vivir, en la capital mundial del “moderno”, en la ciudad de los actores. Volver a París, caminar sola por sus calles, respirar la nueva revolución, pedir perdón por haberme equivocado al tratarla siempre de ciudad de cartón-piedra y quedarme allí a vivir. Regresar a Viena, comprobar de nuevo que, pese a las apariencias es una ciudad muy viva, acordarme de _Antes de amanecer_ y empezar a vivir allí. Y así con casi toda Europa. Pero siempre sola.

Al final, me ha podido el miedo. No me gusta estar sola, y menos viajando. No me imagino pasar cinco días hablando sólo con camareros o dependientes de tiendas. Por eso me voy al pueblo de mis padres.

Es un pequeño pueblo de León, muy cerca de Asturias, dentro de un valle y rodeado de montañas de piedra caliza. Cuando llegas allí la vida te cambia. No hay semáforos, no hay torres de pisos, no hay grandes almacenes del triángulo verde, no hay cines, teatros, discotecas, tiendas, Internet (bueno, porque allí no tengo ordenador, claro). Por no haber, no hay casi cobertura. Te bajas del coche y se obra el milagro: De pronto las fosas nasales se abren y te invade un frenesí de olores: humedad, leña quemada, estiércol… El cuerpo responde abriendo los pulmones, y exhalando uno de esos suspiros que relajan como una hora de masaje. Puede parecer mentira, pero juraría que allí el corazón me va más despacio, igual que el tiempo.

Nunca he encontrado allí mis raíces, porque al fin y al cabo no nací allí ni he vivido en el pueblo más de 30 días seguidos, pero puede que si haya una pequeña raíz del árbol de la vida. De mivida. Y aún mejor que yo lo explica Rufus Wainwirght:

You travel the world and you find all the answers
(recorres el mundo y hallas todas las respuestas)
Everything operates on the unattainables
(todo se mueve dentro de lo inalcanzable)
And then you hear your mother laugh attached to the phone
(Y entonces escuchas a tu madre reírse al teléfono)
Could have walked around the block 'cause all roads lead to home
(“podrías haber dado la vuelta a la esquina, porque todos los caminos llevan a casa”)
No creo que sea un buen lugar para vivir (no para mí), pero por unos días es bueno saber que aún hay lugares donde sentarse tranquilamente a ver abrirse el cogollo de una lechuga, moverse las hojas de los chopos a la orilla del río, trepar las ovejas para llegar al prado con mejor pasto. En fin, donde sentarse a ver pasar la vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y lo bien que lo hemos pasado en el pueblo ¿eh? La de morcilla que hemos comido, pulpo, cecina, queso, por no hablar del bizcocho y las torrijas de su mamá... lágrimas de felicidad nos caían con semejantes manjares... y lo que nos hemos reído...(Confesión: en el atasco nos dio por poner el cd de Doña Concha y cantar coplas con sentimiento, lágrimas y pelos como escarpias, ¿QUÉ PASA? También escuchamos el Cabornera SoundMix'06 compiled by Silvia y con temazos como "Más bonita que ninguna"). Pues sí, nos hemos relajado, hemos DORMIDO, paseado, hablado, pensado... Una cura de ciudad en toda regla. ¡¡Mil besos a mi Silvitxu!! Mención especial a sus padres que me han tratado mejor que a una hija mimada. Les mandas un beso de mi parte. Y a los gatos. Y a los montes leoneses.

Anónimo dijo...

Ay... ¡qué bonita cita de un tema de Madonna! te mereces el cielo por esto y por lo buena que estás, eres lo mejor que ha parido madre y una profesional como la copa de un pino. Unos besitos...

serguei dijo...

Ilse, no sé cómo coño escribes que me tocas la fibra sensible. O estoy echo un superñoño? qué emoción destilan tus textos ...

Anónimo dijo...

Sí, es otro texto muy bonito. Sólo que no vas al pueblo a ver pasar la vida, es la vida la que pasa a través tuya cuando vas.